1922: Por una Córdoba Idependiente

 Épico proyecto del diputado electo por el Partido Bromosódico

 
El joven Enrique Badessich

Corría el 18 de julio de 1984, Argentina acababa de recuperar la plenitud democrática y la calle ardía de compromiso cívico. La esperanza teñía de verde los pensamientos de todos los argentinos. En este marco al que considero que no cabe agregar más, el matutino “La Capital” (Rosario) publicó una colaboración de Raúl A. Zárate, sobre el que lamento no poder aportar mayores datos, aunque sin dudas tenía sobrados quilates para que el periódico abriera sus columnas a una nota surgida de su pluma.

En aquellas tres columnas (foto incluida) el autor trajo al entonces presente la rutilante y, en principio exitosa carrera política del joven Enrique Badessich (1896-1961) que llegó a conquistar una banca de diputado por la minoría en la Legislatura de Córdoba. Sus amigos lo apoyaron dando forma al que inicialmente se llamó “Partido Liberal Progresista”, al que sus electores gustaron llamar “Bromosódico” en honor a la trayectoria de estudiante de Medicina que ocupó el primer lugar en la lista de candidatos.

Se trataba de un auténtico outsider, quien entre otras propuestas de vanguardia auspiciaba la independencia de Córdoba para constituir un estado independiente. ¡Si tal cuál se lee! Al decir de Raúl Zárate que bien sabía de esas cosas.

Por su fuera poco también promovía la supresión del Ejército y ¡el amor libre! Además auspiciaba acortar el largo de las sotanas de los sacerdotes para confeccionar “ropa para los niños pobres” con la porción sobrante.

El joven tucumano abandonó transitoriamente los libros con los que estudiaba para dedicarse a la política con alma y vida, impulsado por su porte y prestancia, su elegancia y la fina percepción del sentir del pueblo. Bueno, al menos de una buena parte del mismo, hasta el punto que una porción suficiente del electorado cordobés se embarcó en su apoyo votándolo en el cuarto oscuro.

Llegado el día de los comicios resultó triunfador el Partido Conservador, pero en segunda posición se ubicó el nuevo nucleamiento, con lo que Badessich ganó legítimamente el derech0 de representar a sus fieles seguidores ocupando la banca puesta en juego.

Sin embargo, nada estaba logrado, “oscuras fuerzas” se complotaron contra él y, pese a su florida verba y sus grandes esfuerzos encontró insalvables valladares. Los detalles de su “épica” lucha pueden verse en el recorte que copio más abajo.

En 1928 incursionó en la política de Rosario, esta vez desde las filas de una fracción minoritaria de la Unión Cívica Radical la Antipersonalista (opuesta a Hipólito Yrigoyen). Fue entonces la ciudad llegó a conocer ese verdadero dandy, quien de traje y sombrero (como era de rigor en aquellos tiempos, aún para ir a la cacha o al hipódromo) pretendió inflamar a las masas de rosarinos al par que acompañaba sus palabras manipulando un elegante bastón para acentuar sus públicas denuncias. En la misma fundó dos periódicos, que sus detractores calificaron como pasquines, uno lo llamó “El Quijote”; mientras que pasado ya a la tendencia mayoritaria de su nuevo partido, fundó otro al que nominó “Yrigoyen”.

Abandonados sus estudios universitarios, se lo registra como telegrafista prestando servicio en la estación argentina de Gritviken (Georgias del Sur), cargo que desempeño por tres largos años. Al parecer, las bajas temperaturas no lograron calmar su creatividad ni su imaginación calenturienta. Cuenta la crónica que el 15 de octubre de 1945 presentó un habeas corpus procurando la libertad de Perón, detenido por aquellos días, y que a lo largo de su vida afrontó varias denuncias de las que fue sobreseído.  

Algunos dicen que fue un “lindo loco”, para otros fue en “loco manso”, algunos más lo reivindican como “un rebelde contestatario”. Eso sí, no hay dudas de que un personaje pintoresco, por donde se lo mire.


Como verán, con mucho gusto me permito compartirles esta página del ayer, que nos legara Raúl A. Zárate como reflejo de un tiempo casi centenario.

M.C.B.

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