La poca responsabilidad por el cuidado de documentos oficiales

Hormigas, vizcachas y dos pedidos de captura 

Folio del Libro de Actas 1910, Comisaría de Carmen del Sauce

Por Miguel Carrillo Bascary

Recorrer Internet nos puede deparar sorpresas sin cuento, como resulta de la oferta a la venta de un “Libro de Actas” de la Comisaría de Carmen del Sauce, departamento Rosario, provincia de santa Fe, datado en 1910, difundido en una interesante fuente de una conocida red social. 

De entre los asientos publicados para incitar a la curiosidad de un eventual comprador transcribo el “Orden del Día" correspondiente al 24 de septiembre de 1910, página 204. 

Si bien la calidad de la fotografía no es la mejor, resulta fácilmente advertible el tenor de lo que allí consta. Los invito a repasarlo, verificando allí que el Jefe de la Policía provincial en la región ordena:

 

“Artículo 1º - LA CAPTURA

1º. De Pascual Torres, argentino, de 14 años, color blanco, cabello castaño oscuro, imberbe, frente ondulada, cejas arqueadas, apartadas, ojos color apizarrado, círculo anaranjado, nariz dorso centrado, base horizontal, boca mediana, labios gruesos, orejas chicas, cuerpo delgado, y de 1 metro 56 cent. De estatura por haber fugado del calabozo de la comisaría Sección 10ª. y solicitarlo así el Señor Comisario de la misma.

2º. De la menor Rosa Lujan, cuya filiación no se consigna por haber fugado de la casa de su guardadora Doña Josefa Fernández y solicitarlo el Señor defensor de Menores Don David Meyer.

 

Artículo 2º - EL SECUESTRO

De la suma de ochenta pesos nacionales en lo que consiste el hurto efectuado a Don David Massa, según parte elevado por el señor Comisario de la Seccional (ilegible)

 

Artículo 3º - SE HAGA SABER

1º. Que para su conocimiento y estricto cumplimiento se transcribe a continuación el oficio Nº11.119 del ministerio de Instrucción Pública y Agricultura que dice así Santa fe, Septiembre 20 de 1910.- Señor Jefe Político de Rosario. S.D. Habiendo comunicado la Dirección de Defensa Agrícola que los empleados de la misma tienen orden de hacer cumplir la Ley Nacional que ordena la destrucción de la vizcacha y la hormiga en todo el territorio de la Provincia, le comunico que este ministerio ha resuelto, que las autoridades provinciales presten a aquellos empleados la cooperación que necesiten para obtener el cumplimiento de la ley mencionada.” 

Hasta acá lo medular de la constancia, que me obliga a realizar algunas observaciones para su mejor entendimiento desde la perspectiva de la segunda década del siglo XXI.

En cuanto a la persona cuya captura se procura en primer término, su descripción física se corresponde con la falta de todo medio de identificación documental y objetiva sobre los menores de edad. Si se leen con detenimiento las señas del citado se verá que corresponden a las clasificaciones antropométricas vigentes por entonces. No deja de llamar la atención la referencia al color de sus ojosapizarrados” con “círculo anaranjado”, lo que hace suponer alguna patología evidente en este dato que escapa a mi conocimiento. ¿O se trataría de un extraño mutante? Finalmente, obsérvese que no se hace constar la causa que determinó su detención en la Comisaría 10ª., basta para justificar su búsqueda y captura el pedido de su titular, lo que evidencia el autoritarismo legalista del accionar policial. 

Sobre la niña escapada de su guardadora es interesante ver en el pedido que se trató de un simple formalismo tendiente a cumplir el pedido del Defensor de Menores, ya que es inusitado que no se aporten mayores señas físicas. Esto contrasta con la detallada descripción de sujeto anterior. Cabe pensar que ante estas carencias habrá sido tarea muy difícil cumplir con la captura, lo que sugiere el escaso interés social por el conseguir la restitución de la menor a su legitima tutora. 

Avanzando con las consideraciones, es pasmosa la candidez del tercer requerimiento, alusivo a la prestación de auxilio a los empleados públicos encargados de “la destrucción de la vizcacha y la hormiga en todo el territorio de la Provincia”. El oficio en cuestión está dirigido al “Jefe Político del Departamento”, un funcionario desaparecido hace décadas que durante el siglo XIX y buena parte del XX era una suerte de delegado del gobernador, a quien estaba sujeta la policía provincial de la jurisdicción. A todas luces la labor de esos agentes públicos debió ser muy pobre; que se sepa, los formícidos continúan impertérritos su vida de millones de años de evolución, cualquiera puede comprobarlo, sin siquiera salir a su jardín. Respecto de los roedores chinchíllidos, aún pueden vérse en muchas regiones de la Provincia, bien que la acción de los agroquímicos ha limitado significativamente su desarrollo natural.

 

Finalmente, quizás la reflexión más importante de todas, la oferta pública de un documento como el "Libro de Actas" policiales referenciado constituye una cruda realidad ya que expone el poco cuidado implicado en la conservación de documentos públicos que campea en nuestro país. Sabido es que en la mayoría de los estados desarrollados cada documento público, como el aludido en esta nota, es objeto de condignos cuidados y por sobre todo de preservación en ámbitos oficiales como testimonio de un pasado y preciado legado a las nuevas generaciones. No ocurre así en nuestro país y nunca ha ocurrido. Testimonios sobra, el que tratamos es apenas una gota de agua en el mar de la desaprensión por el patrimonio público. 

Podríamos brindar algunos pocos ejemplos. Luego del Éxodo de 1812, algunos documentos del archivo de Jujuy, por entonces depositados bajo custodia de las autoridades de Tucumán, se usaron en una pulpería para envolver piezas de carne cruda y otras mercaderías. Un expresidente argentino e historiador, para más, sació su hambre de coleccionista sustrayendo documentos invaluables de los archivos de algunos conventos, hasta el punto que la Orden Franciscana debió prohibir el acceso a todo investigador que no hubiera profesado en la misma. Las actas de la Asamblea del Año XIII desaparecieron durante el saqueo posterior a la batalla de Caseros a la quinta de Juan M. de Rosas, cabe dilucidar qué hacían allí esos valiosos documentos. Cuando fue necesario acreditar los derechos de Argentina a una porción del territorio de Misiones, presentando numerosos documentos ante un árbitro internacional, los cajones que los contenían no fueron hallados, reaparecieron décadas más tarde, una vez que el fallo resultó desfavorable a los intereses nacionales. Más recientemente, cuando Ramón "Palito" Ortega fue electo gobernador de Tucumán (1991), gran parte del archivo del Teatro “San Martín” que atesoraba partituras y libretos desde 1912 fue convertida en papel picado que se arrojó durante el acto oficial de asunción del mando. Y así podríamos seguir, horas y horas, día y días.

También podríamos referir experiencias personales que mucho nos habrán dolido y que podríamos resumir en la siguiente pregunta. ¿Qué curioso investigador no se sorprendió cuando encontró libros antiguos con hojas arrancadas o colecciones de periódicos, ablacionados por algunos dedos munidos de una hoja de afeitar? Más aún, seguramente vendrá a la memoria de muchos que durante el allanamiento a la residencia de una expresidenta nacional se encontró un documento con la firma del general San Martín, cuyo origen no se pudo explicar.

Por contraste, tengo vívidamente presente la forma en que el inolvidable Jack Benoliel recordaba su visita a la universidad de Salamanca, donde presentándose como un perfecto desconocido requirió el legado de estudiante del joven Manuel Belgrano, solicitud que fue satisfecha al cabo de unos pocos minutos por el personal a cargo. Muchos colegas podrán testimoniar también la preservación de documentos aparentemente mínimos en repositorios documentales de Europa y de muchos países americanos.

En este contexto anhelo que el “Libro de Actas” de la Comisaría de la pequeña pero histórica localidad de Carmen del Sauce ojalá encuentre algún comprador que lo proteja como no lo supieron hacer las autoridades que debieron. Tengo presente también a un querido amigo, fallecido hace pocos años que de un volquete ubicado en la vía pública supo rescatar decenas y decenas de fichas policiales relativas a las bandas de mafiosos que asolaron Rosario en las primeras décadas del siglo pasado. Un tesoro invalorable que a su muerte ignoramos donde haya ido a parar.

En definitiva, pareciera que el ejemplo es nimio, pero esconde una enorme falta de responsabilidad que implica a autoridades y simples funcionarios, de todas las épocas. Una deuda más de nuestra Argentina.

Canto del Libro referenciado 



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