Crónicas del Monumento a la Bandera/ 5: Los cóndores crípticos de Angel Guido

 El ave continental en la concepción del Arquitecto Guido

Andel Guido y sus cóndores

Por Miguel Carrillo Bascary 

El arquitecto Ángel Guido (Rosario, 1896 – Bs. Aires, 1960), quien concibió el Monumento Nacional a la Bandera erigido en Rosario, se distinguió de entre los profesionales de su generación en una forma tal que no resulta posible resumirla en este brevísimo espacio. Podrá abundarse sobre su vida y obra en numerosas fuentes al alcance de los interesados. 

Hoy centraré el análisis en el símbolo heráldico con que manifiesta la unidad soberana de las naciones del continente. Un aspecto pasado por alto por quienes han descripto la “Galería de Honor de las Banderas de América” (1), donde se emplaza. 

Guido, un profeta de la síntesis 

Para circunstanciar este comentario basta señalar que Guido fue uno de los más destacados exponentes del movimiento que a comienzos del siglo XX intentó rescatar el aporte cultural de España a la realizad de Latinoamérica, lo que evidenció en el campo de las Artes. Guido se reconocía como discípulo ideológico del historiador y literato Ricardo Rojas (Tucumán, 1882 – Bs. Aires, 1957), quien expuso su pensamiento en la materia en la que podemos considerar su obra paradigmática, "Eurindia" (1924).

Ricardo Rojas y la portada de su célebre obra 

En esta misma línea, a lo largo de su vida Guido abogó por alcanzar una síntesis entre el sustrato cultural aborigen americano y el aporte hispano. Volcó su pensamiento en cuatro esculturas que forman la serie de “Las Américas”, emplazadas en el Propileo del Monumento a la Bandera , ciudad de Rosario.


"Américas" en el Propileo del Monumento a la Bandera (1957)

También en el artístico cofre que contiene el libro de visitantes ilustres al Monumento, que obra en la “Galería de las Banderas” (que trataré en otro momento), en la escenografía que esbozó Guido para el drama teatral "Ollantay" (1939), escrito por Rojas y, por caso, en sus numerosas obras, de las que cito algunas:


1925 - Fusión hispano-indígena en la Arquitectura Colonial

1930 - Eurindia en el Arte Hispanoamericano

1933 - El Arte hispanoamericano

1940 - Redescubrimiento de América en el Arte

1942 - Estimativa moderna de la Pintura Colonial

1950 - Catálogo Exposición de Arte Religioso Retrospectivo

1950 - Latindia, renacimiento latino en América

1956 - La arquitectura mestiza en las riberas del Titicaca

1957 - Galería de Honor de las Banderas de América

Escenografía para el Acto I de "Ollantay"

 Escenografía para el Acto II 

Rasgos de su esencia 

Guido elaboró su impronta personal con que muchos arquitectos referencian sus construcciones, tomando como base una figura astral que tanto puede interpretarse como un Sol, elemento que predomina en las culturas andinas, o también, como la llamada “estrella tartésica”, que a su vez remite a una de las civilizaciones prehispánicas más antiguas, si se recuerda que Tartessos floreció en la Península Ibérica, en la cuenca del Guadalquivir y sobre la costa del Atlántico. Una dualidad coincidente.

  Detalle de la Torre en el Monumento a la Bandera (Rosario)
 

Se interprete como se interprete, el emblema que adoptó Guido justifica un estudio particular que tengo en curso y que eventualmente verá la luz en este Blog. 

El otro de los símbolos recurrentes en la trayectoria profesional de Guido es el cóndor. El vultur gryphus, tal su nombre latinizado en las taxonomías biológicas, kuntur en lengua quechua, ave mítica que corporiza la libertad y la majestuosidad implicada en sus interminables planeos sobre los picos andinos. Esta ave sobrevuela muchas de las producciones de Guido, desde una altura en que a veces se manifiesta y en otras, donde solo puede adivinarse en los contextos (2). 

El genial arquitecto deposita en el ave dos valores: la libertad y la soberanía de las naciones de América. 

De águilas y cóndores 

Como un ejercicio plástico y conceptual Guido concibió el emblema de “su” cóndor como un ave mayestática, adjetivado por diversos atributos a los que me referiré.

Guido lo presenta siguiendo los cánones con que la Heráldica adopta para las águilas, directos “parientes” del cóndor andino. En este breve ensayo utilizaré la terminología específica de esa disciplina, por ser lo técnicamente adecuado. 

En Semiótica el águila es el ave que predomina en la cultura europea y aún en la asiática, hasta el punto que se la reconoce como la “reina de las aves”.

En la Mitología romana el águila era el animal de Júpiter, en ella se visibilizaba al dios y al poder que emanaba de él; por esto fue el emblema de las legiones de Roma desde los tiempos de la república.


Aquila legionaria, reconstrucción moderna

Como símbolo militar se difundió a partir de mandato del cónsul Cayo Mario (157-86 a. C.), se la solía representa con los rayos jupiterianos entre sus garras. En su variante bicéfala identifico al Imperio Bizantino, más tarde a Rusia y varias dinastías eslavas. También a los pueblos germánicos, a partir de Carlomagno. Numerosos linajes europeos la incorporaron a sus blasones, Polonia, por ejemplo, y no olvidar que fue el animal totémico que eligió Napoleón, que la incorporó como tope de las astas de banderas de ceremonia de Francia, lo que copió Estados Unidos. 


Un águila napoleónica y otra de uso en Estados Unidos

Las referencias con que la Heráldica alude al águila, casi en su totalidad, se aplican al cóndor, ave sudamericana por excelencia, señor de las alturas, dominador de los Andes, su hábitat natural. 

El cóndor de Guido se describe en Heráldica como aplastado, explanado o pasmado, ya que carece de todo relieve, excepto tres órdenes de plumas que muestran solo sus perímetros. La figura presenta sus alas abiertas, pero plegadas en su medio, en posición de levantar vuelo, en forma explanada o pasmada (sin relieve), con la cabeza erguida, girada y el pico cerrado, al par que sus patas engarradas anteceden a la cola (timón).

En dos de las producciones del arquitecto se observan sus patas engarradas que anteceden a la cola (timón) y se presentan en tensión, semiabiertas, en aproximadamente en 30 grados con respecto al eje de simetría, insinuando que esto ha roto las cadenas que las sujetaban, mientras que las plumas de la cola se desparraman en abanico. En otras figuras garras y patas quedan ocultas por algunas cintas, como se explicará más adelante. En Heráldica, queda supuesto, salvo indicación en contrario, que el esmalte (color) del ave es el sable (negro). En los tres que coloreó Guido resaltan el pico, el ojo, el collar y el perfil de las alas, que van en plata. 

Los cuatro cóndores de Guido 

El artista nos muestra “su cóndor mítico” en cuatro versiones:


A) La primera, en la portada de uno de sus libros, “Latindia” (1950)


Portada de la obra

 B) La segunda, se corresponde con las dos composiciones idénticas instaladas como ornamento alegórico de la unidad continental en cada uno de los brazos de la “Galería de Honor de las Banderas de América”, bajo el Propileo (3).


El cóndor, "Galería de las Banderas de América"

 

C) Una tercera, en la portada y en el interior de otro libro de Guido, "Monumento Nacional a la Bandera - Galería de Honor de las Banderas de América" que se editó en papel ilustración, en junio de 1957, cuando se inauguró el memorial.


Portada del libro

D) Finalmente, una cuarta, también en la portada y en el interior, de la misma obra, pero en la edición impresa en rústica.


Portada de la publicación 

Entre ellas hay sutiles diferencias a las que me referiré en detalle pues cada una lo merece, como lectores sabrán apreciar las cambiantes perspectivas. 

Versión “A” - En la primera imagen las garras del animal, quedan ocultas por cintas que llevan los colores propios de las tres vertientes o herencia culturales que definen el título de la publicación: Italia y Francia, a derecha ya la izquierda; España, en la del centro (en que las tres franjas son de igual ancho), y el celeste y blanco representativo de la Nación argentina, que también compone un pasador, que cierra el trio. En el pecho el ave carga un lucero de ocho puntas, con rayos alternados, en donde predominan los mayores.

 

Versión “B” - En la segunda, el cuerpo del cóndor está flanqueado por una cartela pronunciadamente cóncava, de plata, con letras de oro, donde puede leerse respectivamente: “OCÉANO PACÍFICO” y “OCÉANO ATLÁNTICO”. En forma convexa lucen dos cintas formadas por las banderas de las naciones soberanas que por entonces conformaban América. En la cinta derecha, obran las banderas de: Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba y Chile; en su brazo izquierdo: las de Ecuador, Estados Unidos, El Salvador, Haití, Honduras y México. En la segunda cinta y en la misma forma se encuentran las de: Nicaragua, Panamá, Paraguay y Perú. Completan la secuencia las enseñas de: Rep. Dominicana, Uruguay y Venezuela. Las tres quedan reunidas por un pasador con los colores argentinos, en vertical. Hay acá una licencia pictórica que constituye otro de los misterios del Monumento, una bandera trifranja azul, blanca y azul, que no se corresponde con nación alguna, entiendo que su inclusión fue un arbitrio para mantener la correspondencia numérica, se apeló a dicha forma entendiendo que el observador poco atento la confundiría con las insignias de los estados centroamericanos que se le parecen. Otra licencia radica en el subido azul de algunos detalles de las banderas. El lucero que carga el ave en su pecho es de oro. No se observan las garras.


Versión “C” - En cuanto a la tercera variante de la figura, pareciera ser la más rica en cuanto a expresión simbólica. Han desaparecido las referencias oceánicas y en lugar de las cartelas que las contenía aparece una primera cinta compuesta por las banderas señaladas en la versión “B. La tercera cinta lleva los colores argentinos, al igual que el pasador que reúne a las tres blondas. Esta vez se advierten las garras, que se cierran sobre las cintas, sosteniéndolas y con sus cañas engrilladas rompe una cadena de sable de siete eslabones, roto el central, con lo que evidencia la libertad alcanzada por las naciones representadas. En un segundo plano se advierten tres plumas de la cola. El lucero pectoral es de plata. 

Versión “D” - La cuarta y última representación es monocroma, de fondo ocre con la figura recortada en plata (blanco). El cóndor es casi idéntico al modelo “C”, con algunos caracteres diferenciadores. A cada lado del cuerpo hay dos cartelas, que llevan por leyendas: “OCÉANO PACÍFICO” y “OCÉANO ATLÁNTICO”. Las garras se observan netamente, sujetadas por grillos, unidos entre sí por una cadena de cinco eslabones, donde el central está roto, evidenciando la libertad adquirida por los pueblos del continente. En el pecho el lucero de oro tiene de ocho rayos alternando, largos y cortos. Por sobre la cabeza del ave, luce la leyenda “AMÉRICA”, en letras flotantes, enceradas por dos luceros de ocho rayos idénticos, en forma de estrella tartésica. 

Referencia generales 

Podemos encontrar varias: 

1.- América cóndorforme. A partir del contexto expresado en el Monumento a la Bandera, el cóndor es una neta representación del continente americano, encuadrado por ambos océanos y muestra las banderas de sus estados soberanos, aunque con un predominio de los colores argentinos, lo que podría justificarse por el privilegio de la localía. 

2.- Dos aves míticas. Desde la Heráldica, Guido planteó un paralelismo entre el cóndor andino y el “Águila Española”, también llamada “de San Juan Evangelista” que se caracteriza por llevar un halo o aura (3). Es una nueva apelación a la síntesis simbólica entre las herencias culturales de Europa y América.

 
Bandera de España, 1945 / 1977

3.- La estrella de ocho ángulos. En la variante “D” del cóndor de Guido se advierten dos estrellas de ocho puntas, que es la representación común de la figura en la antigua Heráldica española. Su diseño implica la superposición simétrica de dos cuadrados, concéntricos, uno en losange (girado), con lo que determina las ocho direcciones principales de la rosa de los vientos, elemento imprescindible para los navegantes y por ende para Colón, expresión del encuentro de dos mundos ocurrido en 1492. La equivalencia de los ángulos que determinan los lados de ambos cuadrados alude al equilibrio cósmico, al intercambio perfecto. A la figura también se la denomina “estrella tartésica” o “gadeiro” (4) como se explicó, fue muy usada en el arte mudéjar, por lo que también remite al aporte cultural arábigo, propio de la herencia española. Como vemos este particular tipo de estrella que Guido tomó como su impronta y plasmó en diversos sectores del Monumento, constituye una nueva referencia a la síntesis cultural que proclama Guido.

4.- El lucero. Guido emplea en su alegoría una estrella solitaria con cuatro brazos alargados y otros tantos más cortos y la planta en el pecho de sus cóndores. Ocupa la posición del corazón, con todo lo que esto implica. En Heráldica se identifica este diseño con el Lucero (la estrella del alba y del anochecer, o sea el planeta Venus), el objeto más luminoso en el cielo nocturno y por ende punto de atracción indudable entre observadores distantes entre sí. "Waraq koyllur" se la menciona en lengua quechua.  Guido toma esta figura para plantar sobre el pecho del cóndor. Convencionalmente las estrellas se representan en plata, que es la forma con que Guido lo hace en las versiones “A” y “C” de sus cóndores, mientras que en los modelos “B” y “D”, son de oro (amarillo); nada explica esta dicotomía. Agrego al respecto que uno de los atributos que la Heráldica asigna a las estrellas y, particularmente, al Lucero es el de la eternidad y, a su vez constituye punto guía para los navegantes, ubicada en el pecho del ave podría interpretarse que Guido planteó el Lucero como señal de que las naciones de América reconocen el profundo significado cultural del cóndor como guía de su transcurso en la Historia planetaria. Asevera esta entelequia que las culturas de Europa occidental identifican a Venus con la advocación mariana de Stella Maris, guía de los marinos. 

El simbolismo usual de la estrella remite al espíritu y a lo eterno. Por estar representada en forma destacada sobre el cóndor es admisible que indique su divinización, lo que se corresponde con el carácter que los pueblos andinos daban al ave. 

Todo esto contribuye a señalar que el cóndor marcado por el lucero es un elemento de síntesis entre Europa y América, justamente la concepción inspiradora del pensamiento Guido. La correspondencia queda encubierta por la referencia del ave con lo andino, pero si se ahonda en la entelequia de sus elementos, el propósito de Guido queda de manifiesto. Este ser y no ser es otro elemento críptico contenido en el Monumento a la Bandera. 

5.- Las cintas formadas por banderas, constituyen un claro mensaje de igualdad en la diversidad, pero también implica la unidad, manifestada bajo la aparente inocencia de un ornamento. Guido apeló a una figura dinámica, como es la cinta, no a un esquema rígido. La única rigidez que se observa en este elemento es el ordenamiento alfabético de las naciones, un principio protocolar de carácter universal. En la variante “A” se suman las citas representativas de España, la nación más cercana a los estados americanos, pero también los colores de Francia y de Italia, precisamente porque la alegoría busca plasmar a Eurindia. En las variantes “B” y “D” Guido prefirió emplear el elemento como forma de señalar la posición geográfica de América, mientras que en la variante “C” subrayó el protagonismo de las naciones libres del continente, lo que se justifica en el contexto con que el ave esta emplaza, en la “Galería de Honor de las Banderas de América”. 

6.- Los grillos y las cadenas. En las variantes “C” y “D” las garras rompen las cadenas que retenían al cóndor impidiéndole emprender el vuelo. La explicación es por demás clara. Los atributos aluden al sometimiento de los pueblos de América que alcanzan la libertad rompiendo el vínculo de vasallaje. También se justifica esta representación en el contexto de las variantes donde encontramos esta representación, la “Galería de honor de las Banderas de América”, donde Guido quiso representar el ideal americanista con los símbolos de los estados libres del continente. En esta composición Guido trasciende su afán de mostrar la síntesis entre las culturas europeas y americanas y opta por resaltar los vínculos simbólicos entre los estos soberanos hermanados en su pertenencia continental y en el común ideal de libertad para alcanzar el vuelo de sus respectivos desarrollos. Esto nos señala que las variantes “C” y “D”, que son imágenes simbólicas más precisamente centradas en la continentalidad. 

Concluyendo:


- Los cóndores de Guido son mucho más que elementos ornamentales, entiendo que constituyen una verdadera secuencia de ejercicios con que explora una forma se expresar la síntesis entre las culturas de Europa y América.

 

- Aunque se presenten como elementos menores en la rica simbología relacionada con el Monumento Nacional a la Bandera, los cóndores de Guido son portadores de un complejo mensaje críptico, como queda explicado.

 

-  En  contraposición a la aparente ingenuidad del diseño expresan un lenguaje simbólico muy rico, que no ha sido objeto de atención y que, por lo tanto me interesó destacar para conocimiento general. 

Notas

1.- Ni siquiera menciona al cóndor de Guido el opúsculo de Carlos de SanctisEl Monumento de “La Patria a su Bandera en el Rosario” (1957), considerado la explicación canónica del simbolismo del memorial.

2.- “Nido del cóndor”, llama Guido al picacho de la Torre del Monumento a la Bandera.

3.- Fueron elaboradas en madera pintada por el maquetista habitual de Guido, Rubén Chamorro, como lo testimonia una plaqueta. Están aplicadas sobre paño rojo y enmarcadas con varillas doradas. Lucían originalmente en cada brazo de la “Galería de Honor”, a manera de cierre ornamental de las sucesivas vitrinas que contienen las enseñas de los estados americanos. Sin embargo, desde hace unos 12 años la alegoría ubicada al terminar el recorrido quedó oculta tras una vitrina donde se exhiben los recuerdos que se venden a quienes visitan el lugar. Un fragmento de la “Carta de Jamaica” (1815), grabado en una plaqueta de bronce al pie del cóndor, expresa el ideal bolivariano de la unidad continental.

4.- El águila fue desde de antiguo el atributo personal del Cuarto Evangelista, lo que justifica el halo, símbolo de santidad; aunque en algunas representaciones heráldicas también se la encuentra sin él. Corresponde referenciar que fue el ave que adoptó Isabel, la Católica, desde 1468, y que revalidó en la alianza matrimonial con Fernando de Aragón al tiempo de su coronación, ocurrida en 1474. Más adelante Carlos I de España y V de Alemania sustituyó el águila isabelina por su variante, la imperial, derivada de la descendencia romano-germánica del monarca, como sucesor de Carlomagno quien la tomó como emblema dinástico. Durante la tiranía de Franco la rapaz aureolada fue restablecida entre los símbolos de España, con la adición de las flechas y el yugo, asidos en sus garras, atributos que había retomado la Falange.

5.- A la estrella tartésica se la llama también gadeiro o “estrella de Gadeira” aludiendo a la denominación que Platón usó en su relato de la “Atlántida” para designar a los habitantes de Gades (región que correspondería a la actual Cádiz), justamente el área en donde se desarrolló la civilización de Tartessos. Además, está difundida en el arte árabe, en donde se la designa como “estrella de Abedharram”, primer califa del Al-Ándalus, desde donde irradió en manifestaciones artísticas de esta vertiente cultural en toda la cuenca mediterránea, como se ve particularmente en la Alhambra. Precisamente por esta causa es símbolo del nacionalismo de Andalucía. Esta particular estrella, encerrada en un círculo, se usa como marca gráfica del fin de los capítulos del Corán, representaría al paraíso rodeado por ocho montañas. Incluso puede hallársela en la cultura indú. La simpleza de la figura favoreció su aparición en culturas muy distintas, como queda expresado. 

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