Trayectoria incesante de un gran artista
Delesio Antonio Berni, tal su nombre completo, nació en la ciudad de Rosario, el 15 de mayo de 1905. Desde temprana edad evidenció sus talentos para la plástica, que desarrolló a lo largo de su vida en una búsqueda incesante por derroteros tan diversos como: el dibujo, el grabado, el muralismo, la medallística y la pintura, especialidad en la que incursionó en el paisajismo, el impresionismo, el surrealismo y el pop-art, a través del retrato, el desnudo, la escenografía, la xilografía, la serigrafía y el collage: Dominó los óleos, pero no olvidó otras materialidades, incluso encaró la concepción de monumentos en hierro y chapas, y encaró también las presentaciones multimediáticas, los tapices y la fotografía. Entre sus temas favoritos estuvo el costumbrismo, el tango, el futbol, la ecología y por, sobre todo, la vida y los sentires de las clases populares, en lo que se conoce como su “etapa del realismo social”. Otra de sus recurrencias fue Lily, su primogénita, a quien pintó en innumerables circunstancias.
En su juventud trabajó como operario en los talleres del vitralista catalán Salvador Buxadera, del que tantos testimonios abundan en Rosario, más tarde comenzó a cultivarse en la pintura develando tempranamente sus dotes, hasta el punto que concretó su primera muestra en 1920, a sus quince años de edad. Un lustro más tarde se benefició con una beca que le concedió el “Jockey Club de Rosario”, la que le permitió viajar a Europa; de hecho, hasta sus últimos años expresó gratitud por la brillante oportunidad que le brindó el apoyo recibido. Dos de sus óleos: “Esquina de Madrid” (1926) y “Joven” (sin data) lucen en la Presidencia de la entidad.
En este ciclo de enriquecimiento cultural Berni expuso en Madrid y luego se trasladó a París, también recorrió Italia, Bélgica y los Países Bajos. Un periplo impensado para un hijo de inmigrante italiano, sastre de profesión, que dejó a su familia para volver a su país en 1915 en el curso de la Primera Guerra Mundial, donde falleció. De regreso, la carrera de Antonio siguió en ascenso y en 1929 expuso en el “XVIII Salón Nacional”, donde se mostró ante la crítica más severa, con auspiciosa aceptación. Otra beca, esta vez concedida por el Gobierno de Santa Fe, le facilitó regresar a París y continuar su evolución personal.
Desarrolló una profunda sensibilidad por la
problemática social que manifestó en el compromiso de su vida y en sus
manifestaciones artísticas. Entre 1940 y 1941 emprendió una gira por
Sudamérica, gracias a una beca discernida por la “Comisión Nacional de Cultura”,
donde vivenció la realidad de las culturas andinas, fue el prolegómeno de otras
fructíferas experiencias internacionales que lo llevaron por Norteamérica y,
nuevamente, a Europa. Sus biógrafos señalan a "Desocupados" y
"Manifestación" como sus primeras obras en la dimensión de lo social.
“Manifestación (1934, Museo de Arte Latinoamericano, Bs. Aires)
También por aquellas fechas, "Primeros pasos", "Figura" y “Lily” obtuvieron primeros premios en los Salones Nacionales, con lo que se consagró ante críticos y profanos. Otra obra significativa es su segunda “Manifestación”, datada en 1951:
Hacia 1958 concibió dos célebres personajes que poblarán las telas surgidas de su pincel. Primero fue “Juanito Laguna” al que poco más tarde se le unirá “Ramona Montiel”. Mereció el “Gran Premio de Grabado y Dibujo” de la “XXXI Bienal Internacional de Arte de Venecia” de 1962, lo que implicó su reconocimiento a nivel internacional. Llegando ya a su madurez pasó un largo tiempo en Nueva York donde se empapó en la realidad de manifestaciones culturales inéditas.
Se brindó como miembro de la “Sociedad Argentina de Artistas Plásticos”, la que llegó a presidir, y también como profesor de Dibujo en la “Escuela Nacional de Bellas Artes” (Bs. Aires). En 1934 contribuyó a formar la “Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas de Rosario” y en 1951 se lo identifica como uno de los fundadores del “Taller de Arte Mural”, en Bs. Aires.
Vuelto a esta ciudad en 1981, su amigo Humberto Golluscio, lo convenció para participar en las actividades de una exitosa galería y agencia de subastas de arte que se denominó "La casa de Antonio Berni". Ese mismo año dio a conocer una serie de obras de temas religiosos. Esta preocupación por la dimensión sobrenatural evidenció la maduración de su alma. Murió en Bs. Aires el 13 de octubre. Semanas más tarde se inauguró en forma póstuma el monumento a “La partida de Martín Fierro”, sobre el que estaba trabajando.
Sus obras integran prestigiosas colecciones privadas y de museos como el “de Arte Contemporáneo” (Nueva York), el “Juan B. Castagnino (Rosario), el “Nacional de Bellas Artes”, el “MALBA” y el “Eduardo Sívori” (Bs. Aires).
El protagonismo de Berni en el arte le permitió integrar desde 1979 la “Academia Nacional de Bellas Artes”, como miembro de número. La fundación que lleva su nombre, radicada en Madrid, mantiene su vigencia. En 1965 había sido designado miembro honorario de la “Accademia delle Arti del Disegno” (Florencia). Su casa y estudio, en la ciudad de Rosario (España 286), preciado legado del artista a la comunidad en donde nació, es un centro cultural dedicado a su memoria. El principal centro de distrito, descentralización del gobierno municipal de Rosario, lleva su nombre, al igual que un bachillerato artístico sito en la ciudad de Bs. Aires, entre otras muchas referencias que lo honran.
En consecuencia, puede decirse que Antonio Berni fue uno de los plásticos más representativo que dio nuestro país en el siglo XX y un excelente exponente del arte latinoamericano.
Veamos algunas otras de sus obras:
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