Sinónimo de la Cultura en Rosario
Quienes tuvimos el privilegio de conocer a Fernando,
sentimos profundamente su reciente y sorpresivo fallecimiento. No me equivoco
al decir que en todos activó los momentos que pasamos con él, trabajando en los
cualquiera de múltiples proyectos culturales en los que participó o simplemente conversando. También revivimos
su don de gentes; su fina ironía y su grandeza de espíritu. Los recuerdos nos lo
hacen presente y en ellos tenemos la dicha de capitalizar su ejemplo de
conducta.
Por mi parte, les comparto cómo fue que lo conocí,
hace más de cuarenta años. Quería regalarle a mi señora algo especial y pensé
buscarle una moneda de plata antigua, de las que se acuñaron en La Rioja. Por
lógica me fui a Monetarium y ahí me
encontré con Fernando quien me asesoró con la amabilidad que lo caracterizaba. Lo
que buscaba no era difícil de conseguir, pero casi con seguridad, me dijo, estaría
bastante gastada o llevaría las marcas del tiempo. Entonces se aplicó a buscarme alguna que tuviera un diseño moderno, asegurándome que Gabriela estaría mucho más contenta que
con la pieza cargada de historia. En principio no estaba muy convencido, pero
al fin seguí su consejo; tras varias alternativas le compré una pieza conmemorativa acuñada de Islandia que es toda una belleza. Siempre le estaré agradecido.
Tras este sucedido que me lo representa, quisiera
hacer una breve relación de algunos hitos de la viuda de Fernando, aunque estoy
convencido que me quedará mucho “en el tintero” y que él no estaría demasiado satisfecho
con que expusiera sus muchos méritos.
Quienes conocimos a Fernando lo identificamos como un
hombre de la Cultura, así, escrito con mayúscula. Como tal fue reconocido con el Premio de la Fundación Astengo, “por su valiosa contribución a la cultura de
la ciudad y el país” (1995).
La variedad de sus saberes la volcó desde una
perspectiva del compromiso institucional, por entender que el árbol del saber
debe prodigarse en frutos para justificar su existencia. Creo que todos
convendrán en caracterizar a Fernando como un verdadero erudito en las varias especialidades
que cultivó en su vida, aunque nunca se manifestaba como tal, sino en el momento
y en las circunstancias apropiadas, sin pretender imponer sus puntos de vista,
pero sosteniendo con firmeza sus posiciones en caso de resultar necesario.
Es conocido que Fernando era bioquímico de profesión y que se recibió en la Universidad Nacional
de Rosario, pero muchos no conocen que con el correr del tiempo pudo volcar sus
conocimientos específicos como docente en la que hoy es la Facultad de Cs.
Agrarias, que por entonces funcionaba frente a la plaza San Martín. Volvió al ámbito
de las Cs. Biológicas cuando en junio 2004, fue invitado a sumarse al comité de
Ética del Centro de Rehabilitación Neurológica de Rosario.
Su formación universitaria la completó con una
educación enciclopédica, ecléctica; al estilo de un tiempo que no se
corresponde con el actual y esto le sirvió de base para su desempeño.
Siguiendo con las referencias a sus estudios, sabía
contar que en algún momento se le dio por las Ciencias Políticas y que estudió la
carrera hasta tercer año, también en la universidad pública de Rosario.
Si bien no solía hablar de dinero era un verdadero enamorado
de la Numismática, la Falerística y la Medallística, una pasión cultivada con toda dedicación que lo llevó a ser
reconocido desde hace muchos años como un verdadero experto. Al momento de su
partida se lo consideraba el principal referente en estas disciplinas en Argentina y, además, contaba
con indudable y bien reconocida proyección internacional.
En estos estudios fue introducido por su mentor y siempre
recordado amigo, José Eduardo de Cara, quien lo presentó en el Instituto de
Numismática e Historia de San Nicolás de los Arroyos, un ámbito que frecuentó por muchos años. Desde ahí se fue adentrando en las diversas especialidades propias
de la materia.
En 1983 fue invitado a sumarse al exclusivo Instituto
Bonaerense de Numismática y Antigüedades; primero como miembro correspondiente
y después de numero desde el 2005; donde desarrolló intensísima actuación y
cultivó numerosas amistades.
Otras entidades a las que se aplicó con toda su pasión
fueron: el Instituto Federal de Investigadores Numismáticos de la República
Argentina, al que contribuyó a fundar: el Centro Numismático de Bs. Aires; el
Círculo Numismático de Rosario; donde también fue electo reiteradamente como
directivo y también la Federación de Entidades Numismáticas y Medallística
Argentinas cuya vicepresidencia ocupó en los períodos 2007/2009 y 2011/2013.
Formó parte del grupo promotor de las Jornadas Argentinas de Numismática y
Medallística, reunido en la ciudad de Rosario desde 1981 y de todas las que
le sucedieron, concretadas en diversas provincias. Lo que se puntualiza como mero
ejemplo, ya que sería muy extenso siquiera enumerar los congresos, seminarios y
otro tipo de foros en los que gustaba participar; tanto en el país como en el
exterior. Sus
conferencias e intervenciones se caracterizaban como amenas y concretas. Solía
aceptar participar “si es que había lugar”, como decía con estas o parecidas
palabras.
Tan amplia labor llamó la atención a la Academia
Argentina de Numismática y Medallística y más tarde a la Academia Nacional de
la Historia, que lo integró en sus nóminas. Lo mismo que pasó con la Academia
Argentina de Artes y Cs. de la Comunicación, de la que formó parte desde el
2015.
Su experticia en la Numismática y demás disciplinas vinculadas
le permitió formar una importantísima colección caracterizada por su perfil dinámico. Con los años fue consiguiendo y también derivando distintas series y conjuntos, en
un activo intercambio propio de los coleccionistas de ley. También otros
objetos culturales fueron materia de su pasión, no pocos amigos solían pedirle
consejo en esta materia. Fue así que se constituyó en hombre de referencia
necesaria, al punto que se lo requería para ordenar y, eventualmente, tasar
valiosas colecciones tanto privadas como pertenecientes al patrimonio público.
Volcaba su saber numismático en rigurosas
investigaciones que luego se tradujeron en innumerables comunicaciones en
jornadas, congresos; revistas y libros. En ellas presentó aspectos poco
conocidos y aclaró no pocas cuestiones que permitieron enmendar importantes errores
de clasificación. Su primera expresión se concretó en el Boletín del Instituto Numismático de San
Nicolás, en 1969, bajo el título Un
ensayo español inédito. Uno de sus últimos trabajos, en conjunto con Mariano Cohen,
fue Belgrano y los beneméritos naturales, que preparó para el libro de homenaje al prócer editado por la Academia Nacional de Ciencias de Bs. Aires; sin dudas que más de algun otro ensayo con su firma será publicado en los próximos meses. Alguna vez me dijo que llegó a
escribir unas doscientas colaboraciones, muchas en el exterior, como por
ejemplo Bibliografía Medallística
Argentina en “A survey of numismatic
research: 1996-2001”. Este aspecto de su vida alcanzó su punto culminante en
la monumental obra que preparó con uno de los especialistas más renombrado del
mundo, su amigo John W. Adams, se trató de Medallic
Portraits of Admiral Vernon – Medals sometimes lie; de la que estaba muy
orgulloso, con toda razón.
Entre sus otros libros podemos mencionar: Bancos Emisores de Rosario (2008) y La sublevación de Túpac Amaru y sus medallas,
editado por la Academia Nacional de la Historia
(2014), que escribió en colaboración con sus amigos Mariano Cohen; Roberto Díaz
y Emilio Paoletti. En conjunto con el primero de los nombrado Fernando elaboró
su interesantísimo Monedas argentinas de
emergencia, en el año 2016.
Desde la perspectiva que venimos tratando fue natural
que incursionara en la Historia. En 1982 ingresó a la Sociedad de Historia de Rosario, que una vez trasformada en la Junta homónima, llegó a presidir con
todo brillo en los años 2013 a 2015. Además, fue miembro de número de la Sociedad Argentina de Historiadores y últimamente
formaba parte del consejo de redacción de la prestigiosa revista Histopia, que dirige su dilecto amigo
Roberto Elissalde.
Era habitual que se convocara a Fernando para formar
parte de jurados y comisiones académicas evaluadoras. Una tarea que practicó
con ecuanimidad y marcado pluralismo, a despecho de presiones.
Rosario tiene una deuda muy particular para con
Fernando ya que su participación resultó fundamental para formar el Museo de la Ciudad, del que fue su
primer director, cuando se creó en 1981. Culminada su ardua gestión siguió
aportando lo suyo desde su Asociación de
Amigos. De este proyecto derivó la creación de la Escuela Superior de Museología en 1984; donde también fue docente
en sus primeros tres cursos lectivos. También la Junta Municipal del Monumento Nacional a la Bandera lo tuvo desde
1997 entre sus miembros, hasta que renunció en el 2015.
A comienzos de 1996 la Municipalidad de Rosario le confió la primera dirección del Centro Cultural Bernardino Rivadavia (que hoy lleva el nombre de Roberto Fontanarrosa), labor que cumplió con un brillo singular hasta su renuncia ocurrida el 10 de diciembre del año 2003. Desde esta función promovió todo tipo de muestras; espectáculos y ciclos de todas las artes y disciplinas; para lo que supo amalgamar un equipo que lo acompañó eficazmente en la gestión. Como “funcionario” no existieron para él las dolorosas grietas que tanto nos condicionan. Fue por entonces que se convirtió con toda generosidad en un verdadero embajador cultural de la ciudad. Para agasajar a conferencistas y expositores y contando con la colaboración de Cecilia, su esposa, les abrió su propia casa, un rasgo que debe destacarse particularmente y que revela la amabilidad de Fernando y lo buen conversador que supo ser.
También sobresalen como muestra de toda la dedicación que le brindó
a Rosario: su participación en la Comisión
de Homenaje a los 50 años del Monumento a la Bandera; en la Comisión Popular por los 150 años de la
declaración de Rosario como ciudad; en la comisión académica de las Jornadas Belgranianas por el bicentenario de
la creación de la Bandera y en otras innumerables circunstancias parecidas; sin olvidar el Congreso homenaje al General Belgrano que preparaba como miembro de la Academia y que se frustró por la pandemia.
La provincia de Santa Fe mantiene otra importante una
deuda con Fernando. En 1968 fue nombrado asesor y en 1976 secretario
de la dirección del Museo Histórico Provincial de Rosario Dr. Julio Marc, al que renunció en 1983; aunque continuó vinculado
aportando su trabajo desde distintos cargos en su Asociación de Amigos. Fernando quería mucho al Museo y bregó
incansablemente por él; a sus amigos nos constan sus esfuerzos por enriquecer y
conservar sus colecciones con la debida responsabilidad, así como la
preocupación que sentía por las carencias presupuestarias que en algunas gestiones
políticas condicionaron sus realizaciones.
Es innegable el protagonismo de la Bolsa de Comercio de Rosario en el
ámbito cultural de la ciudad. Desde el año 2002 Fernando asesoró el proyecto de
formar su museo, un objetivo finalmente concretado con merecido éxito. Un año más tarde pasó a integrar la comisión de Cultura de la institución. Fue
en octubre 2004 cuando el Consejo Directivo de la entidad le dio ingreso como
socio adherente y miembro de la Comisión de Museo y Eventos. Desde este ámbito
su actuación fue decisiva para componer los variados programas anuales, abiertos
a todo tipo de música; diversas expresiones de la danza y numerosísimas
conferencias.
Cuando Rosario se aprestó a convocar el trascendental
encuentro cultural que fue el 3er. Congreso
Internacional de la Lengua Española, celebrado en el 2004, Fernando formó
parte de su Comisión Organizadora, en representación de la Bolsa. El éxito
obtenido en la realización todavía perdura.
Un ámbito de amigos en el que se sentía muy cómodo fue
el Jockey Club de Rosario. Allí acompañó
la gestión de varios presidentes desde la comisión de Cultura, a la que llegó a
presidir y, además, participó de su comisión directiva en varios períodos. Otro
espacio que compartía con sus amistades de diversas profesiones y múltiples
otras ocupaciones fue el Rotary Club
Rosario, en esta entidad de servicio ocupó variados cargos directivos y
desarrolló una notable gestión presidencial en el período 2006-2007.
Su buen gusto por la música clásica superó el placer que sentía al asistir a conciertos y recitales a los que tanto le gustaba ir. Fue así que colaboró generosamente en lo institucional, como que en 1992 aceptó ser parte de la comisión directiva de la Asociación Cultural Teatro El Círculo, en la que llegó a desempeñarse como vicepresidente. Además, lo hizo como asesor de la comisión directiva del Coro Pro-Música Antiqua de la ciudad de Rosario y de la Fundación Pro Música de Rosario.
Con sus finas maneras y sagaz espíritu supo brindar sus contactos personales y relaciones para promover o afianzar proyectos culturales atinentes a las más diversas especialidades vinculando entre sí a pensadores; artistas; investigadores y divulgadores. Puede decirse que en esto fue un verdadero maestro de la sinergia; con su suave y diplomática manera de ser hilvanaba consensos en procura de realizaciones fructíferas para todos.
En todas las instituciones se brindó con sincera
vocación y siempre aportó lo mejor para el logro de los proyectos que
protagonizó. Eso, sí no perdonaba, la hipocresía,
menos aún, que alguien se aprovechara del quehacer institucional para alcanzar un
provecho económico personal ¡Lo bien que hacía!
Otro perfil de Fernando que se expresaba como algo natural pero que sin dudas se basaba en su gran experiencia como comunicador era el de saber presentar a los expositores en cuanta ocasión fuera necesaria. Una rara cualidad que lamentablemente se va perdiendo a la luz de las experiencias cotidianas. En esto era un verdadero maestro.
En síntesis, Fernando vivió su vida de relación como un servicio a la sociedad y a sus amigos, en particular.
Donde Fernando se revelaba insospechadamente calculador, frío y, en ocasiones, hasta “despiadado” fue sobre la carpeta de su irrenunciable mesa de bridge de todos los lunes.
Ya en una faceta más íntima, no puede olvidarse cuanto le gustaba pasar largos veraneos en Garopaba (se dice que fue pionero entre los argentinos que la frecuentaban), siempre rodeado de su hermosa familia y del círculo de algunas de sus amistades, fue ahí donde sus paellas se hicieron legendarias; a lo que seguramente ayudaron sus genes hispánicos.
A través de la
gentil comunicación de su hija Mercedes, sus amigos nos enteramos que ya no lo veríamos más y supimos de la emotiva despedida que
Fernando nos dejó, donde con frases muy típicas en él, nos invitaba a destapar nuestro
mejor champagne y brindar por la mutua amistad.
En cuanto a mí, sabrás disculpar, Fernando, no tengo
tu sensibilidad para las buenas bebidas, por eso preferí recordarte con estas
líneas y pedirle a Dios que te tenga ya en Su presencia. Ahí, donde en su
momento espero que nos encontremos para estrecharnos en un fuerte abrazo y tomarnos
ese café que quedó pendiente. Te hago acordar, esta vez me toca invitarte.
Miguel Carrillo Bascary
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