Personajes de Rosario

El Recluta

 
Nuestro protagonista x 2

Por Miguel Carrillo Bascary

Quienes por distintos motivos compartimos algún tiempo en torno al "Monumento Nacional a la Bandera", bien sabemos que los diferentes actos; conciertos; concentraciones populares y toda otra actividad suma protagonistas impensados.

Ellos ocupan su espacio; suman con su presencia y son fuente de anécdotas que sedimentan en el sentir de las memorias.

Van, vienen y están presentes hasta que, calladamente, inmotivadamente, desaparecen … tan silenciosos como sombras.

La historia no los registra, pero en las fotografías de archivo pueden vérselos. Ocupan su lugar, humildes testimonios de una ancestral amistad de especies.

En “el Recluta”, tal el nombre que le dieron los gendarmes que custodian el Monumento, se plasman las historias de muchos perros comunitarios que con los años allí se aquerenciaron, indiferentes al significado del espacio.

De raza indefinida(¡… y a mucha honra!); con su pelaje tigrado y su trote cansino supo ganarse un espacio en los sentimientos de muchos.

Llegó un día cualquiera y con su mansedumbre se hizo querer. Compartía el rancho de los custodios y en los inviernos usufructuó el calor de unos trapos que alguien bondadoso le asignó. 

Por las mañanas se acercaba y acompañaba la bandera al sonar del clarín. ¿Después? Después partía ¿A dónde? Qui lo sa …!

 Izamiento solemne, Recluta presente 

En las tardes de sol acompañaba al turismo, no a todos; en la esperanza fundada de merecer algún bocado.

Cuando actos y celebraciones deambulaba con pasmosa familiaridad reptando entre encumbrados funcionarios; soldados formados y escolares, divertidos con su presencia.

Por algún extraño sortilegio su olfato detectaba todo yerba extraña y su ronco ladrido alertaba a la guardia del lugar.

Su actuación más memorable fue en un 25 de Mayo, cuando en razón del frío y por obra de intensa lluvia el acto oficial se trasladó a la “Galería de Honor de las Banderas de América”, frente a la vitrina central donde luce nuestra Enseña Patria.

¿Quiénes estaban presentes? El anfitrión, el intendente Miguel Lifschitz, y como dicen los guiones de protocolo “altas autoridades nacionales, provinciales y municipales; representantes de las fuerzas vivas de la ciudad e invitados especiales”; la banda de la Policía; el Cuerpo Consular; etc.; etcétera. Abanderados de diversas fuerzas e instituciones aportaban lo suyo y una guardia de honor recordaba el pasado heroico.

Eran muchos, tantos, que el único espacio libre era el centro de tan jerarquizado lugar, cubierto por la roja alfombra, siempre cuidadosamente preservada para que no fuera hollada por los pasos de los visitantes cotidianos preservada para las grandes ocasiones.

El acto se desenvolvía siguiendo el curso habitual. Abrió con el Himno Nacional. Sucedieron las tradicionales ofrendas de coronas cívicas a la Bandera nacional y se aproximaba a su fin. La locutora oficial anunció al Intendente Municipal quien comenzó con su mensaje.

Fue en estas circunstancias que apareció “el Recluta”; literalmente chorreando agua de su lomo; sin duda que aterido de frío. Atravesó la masa de presentes, rompió la primera línea y avanzó; con su trotecito lento, atrayendo las miradas de todos. Algunas brillaban cómplices; otras mostraban un espanto protocolar. Dio una vueltecita, miró hacia el anfitrión y en eso …

Frente a todos, se echó en la alfombra y giró sobre su lomo secándolo, mientras que un concierto de patas y manos parecían decir ¡Acá estoy! Terminó de acicalarse y allí se quedó, como escuchando. Indiferente de la repercusión de su actuación involuntariamente protagónica.

Ese era “el Recluta”, aquél que alguna helada mañana de mayo encontró cobijo sobre los pliegues de la “bandera más larga del mundo” desplegada sobre el Patio Cívico. Ella lo albergó, maternal. 



Comentarios

  1. Durmió su sueño como cada argentino lo hace cada noche cuando se siente seguro y protegido.










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