De ninfas y monedas
Cuenta
las leyendas que los antiguos arrojaban monedas a las fuentes y pozos de agua
para impetrar los favores de las creneas o náyades,
las ninfas que habitaban en ellos. Lo cierto es que la costumbre está muy
arraigada en el mundo, aunque el pretexto sea que esos tributos en metálico nos “garantiza” volver
al lugar o recordar ciertos momentos de romanticismo. Bien lo saben aquellos
que pasan por la “Fontana di Trevi”.
Rosario es la excepción
En la fuente del Monumento a
Entonces la gente solía tirar monedas de baja denominación, de 10 o 20 centavos, acaso alguna de 50; rara vez de un peso.
Por efecto de la refracción de la luz resultaban invitadoramente cercanas y lejanas a la vez, sobre todo para los chicos de las inmediaciones que procuraban burlar la presencia de la guardia para introducirse al agua y recogerlas, sin pensar que las rudimentarias condiciones de las instalaciones eléctricas de entonces podían derivar en alguna tragedia (aún no existían las llaves térmicas ni los cortacorrientes).
Obtenido el preciado botín se invertía en golosinas para compartir con la barra.
En la actualidad, cuando las monedas son tan escasas y al mismo
tiempo de tan poca capacidad de compra los rayos de sol se continúan reflejando
en aquellas que los visitantes arrojan a las aguas.
Una dura realidad
La fuente del pasaje "Juramento"
Cuando en
1999 quedó inaugurada la fuente que hoy se llama “Lola Mora”, bajo el puente
del pasaje Juramento, el fenómeno de las monedas se repitió, pero también se generó un problema: la desatención de muchos paseantes y turistas que gustan sentarse en
los bancos que la rodean hace que periódicamente caiga algún teléfono celular;
un juguete; un mate; etc. ¡Hasta alguna dentadura postiza se ha encontrado!
Por si esto fuera poco los “desaprensivos” de siempre (ustedes coloquen el calificativo que más les guste) dejan otros “recuerdos” que contaminan las aguas, tapan los filtros y dañan el sistema hidráulico que periódicamente queda fuera de servicio.
Entre estos suvenires
se cuentan: envoltorios de golosinas, colillas de cigarrillos; botellas
plásticas y yerba de los mates. Los sábados y domingos es todo un clásico ver
navegar pañales de bebés cargados de aromáticos “regalitos”.
Más
allá de estas duras realidades, los espejos de agua de las fuentes, el arrullo
del líquido corriendo y las leyendas de las ninfas/ creneas/náyades, nos siguen haciendo soñar en un mundo de fantasías que también es parte de nuestras vidas.
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