Legado de una auténtica y
famosa literata
Por Miguel
Carrillo Bascary
Una de las mujeres argentinas más destacadas del siglo XIX fue la salteña Juana Manuela Gorriti. Nació casi con la independencia de la Patria (existen varias referencias divergentes sobre su año de nacimiento) y murió tras ochenta décadas donde supo labrarse su bien merecido lugar en la historia de la cultura nacional.
Era sobrina del canónigo Juan Ignacio de Gorriti, patriota que fue estrecho colaborador del general Belgrano y quien bendijo la Bandera nacional, el 25 de mayo de 1812.
Su vida estuvo llena de incidencias, ya que siendo niña su familia unitaria debió exilarse en Bolivia para escapar de los partidarios de la federación. Para atender a las necesidades de la prole, su madre preparaba empanadas ayudada por Juana Manuela quien luego se encargaba de su venta. Al parecer desde ese entonces le vino su afición por la cocina. Paralelamente cultivaba su espíritu como autodidacta bebiéndose la gran biblioteca de su padre.
A sus 15 años se casó con el joven capitán Manuel Isidoro Belzú quien llegó a ser circunstancial presidente de Bolivia, del que luego enviudó cuando éste fue asesinado. Los azares de la vida hicieron que debiera seguir a su esposo al exilio en Perú.
En Lima abrió una escuela primaria para niñas y niños; sería el primero de sus grandes proyectos culturales. Comenzó a escribir en la “Revista de Lima” su primera novela “La quena”, que se considera el comienzo de la novelística argentina.
Polifacética escritura incursionó además en el periodismo; el cuento y la crónica costumbrista. También se le debe “Cocina ecléctica” donde recopila recetas típicas que publicó en el año 1890.
De esta obra extraemos los “Emparedados a la Rosarina” cuya receta le facilitó doña Carolina Z. de Escalera; la que trascribo:
Después de raspar con un cuchillo la corteza de un pan frio, se le corta
en rebanadas que se ponen a remojar con leche.
Se hace cocer una gallina, se la despresa, y se pica muy bien su carne
con un trozo de jamón.
Se condimenta con pimienta, harina y un diente de ajo molido. Se
revuelve y mezcla, y se fríe en mantequilla.
Se baten yemas de huevo, se envuelven con ello las rebanadas de pan, y
se las fríe bien tostadas.
Luego, entre dos de estas rebanadas fritas, se pone el relleno de
gallina y jamón, se envuelve otra vez en huevo, y se fríe.
Se sirve caliente en el almuerzo; y como fiambre es muy agradable.
Reciente edición de la obra
Cuando alguien prepare esta exquisitez, no se olvide de invitarme.
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