Una
sonrisa que se fue con los ángeles
Hermana María Jordán
El domingo 9 de agosto regresó a la casa de Nuestro
Padre, el Señor, la hermana María Jordán; religiosa franciscana que por un
cuarto de siglo bregó por sus hermanos más desfavorecidos. Ella supo ver en
esos rostros oscuros; en esos temperamentos silenciosos a ese Jesús a quién
testimonió amar desde su juventud.
Fue la primera que asistió a la comunidad qom que
comenzó a formarse en Rosario, a fines del siglo pasado.
Ella bregó incansablemente por su promoción humana,
atrayendo las miradas de las autoridades para que advirtieran las necesidades
de su grey. No contenta con eso movilizó a la sociedad civil en apoyo de las
obras necesarias transformando toda una zona; enfrentando a la ignorancia; al
narcotráfico; a los malos punteros políticos y a mil otros obstáculos.
Recorriendo el barrio Qom
Antes de llegar a Rosario había cumplido misiones
similares en diversos lugares del mundo. Había nacido en Santa Cruz de la
Sierra (Bolivia) en una familia formada por 16 hermanos.
Mirando con la perspectiva del tiempo sus enormes
logros en lo social son una nimiedad si los comparamos con el inmenso amor que
brindó.
Su sonrisa plácida, su mirar límpido eran parte del
paisaje cotidiano de una Rosario que sin dudas la extrañará.
Con su voz y
actitud trasmitía la paz interior y esa confianza en la Providencia que es tan
característica de la Orden fundada por San Francisco.
Era una mujer de acción que se nutría de la oración.
“Paz y bien”, era su saludo.
Fue testigo del amor de Dios en el mundo que le tocó vivir.
En la tranquilidad de un jardín
M.C.B.
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