27
de febrero de 1812 - La vigencia de un protagonismo
Por Miguel Carrillo Bascary
El 27 de febrero no es un día más en la historia de Rosario.
La fecha señala el patriotismo de un humilde pero decidido pueblo, tierra
abonada para las ideas de Libertad y de Independencia que soñó afirmar Manuel
Belgrano en una sociedad que aún no sabía que iba a ser una nueva nación.
Aquel tórrido día
de 1812 el entonces coronel Belgrano y sus tropas, dieron por finalizaban la batería “Independencia” (sobre
la isla). Seguía en construcción su gemela, la “Libertad”; aproximadamente
donde hoy se yergue el Monumento a la Bandera. Veinte
días antes Belgrano llegaba al poblado, llamado Capilla del Rosario, para erigir un sistema de dos baterías de
cañones guarnicionado por unos 800 hombres; la mayoría del Regimiento 5,
llamado poco antes “Patricios”.
Rosario tenía menos de 700 habitantes distribuidos en su
irregular planta urbana, mayoría de ranchos y una plaza sin árboles adonde
llegaban las carretas que comerciaban entre Córdoba, Bs. Aires y Santa Fe.
Una humilde capilla atesoraba la pequeña imagen de Ntra. Señora del
Rosario, la misma que vemos en el Camarín de nuestra Catedral. Sin dudas que
aquel hombre excepcional que fue Belgrano habrá orado muchas veces frente a esa
talla sacra; confiándole sus esperanzas; pidiéndole fuerzas y sabiduría para
guiar decisiones que comprometían la vida de muchos.
Era un Rosario verdaderamente modesto, pero no
insignificante. En menos de un siglo de formado el poblado había dado ya una
impresionante muestra de patriotismo. Nada menos que el 10% de su población masculina se enroló en la expedición al Paraguay
que mandó Belgrano (1810). Pocos volvieron; muchas viudas y huérfanos
quedaron aquí; llorándolos. Al cabo de dos años otra vez estaba Belgrano en
Rosario, pidiendo más sacrificios, si aún cabía.
En 1812 el entusiasmo del pueblo fue notable; pues
desde su pobreza contribuyó generosamente para erigir aquellas defensas. Alimentar
la soldadesca tambien fue un gesto de significativa entrega; ya que su jefe no
tenía medios para compensar al vecindario.
Con generosidad respondió
Rosario y lo hizo de tal grado que aquél estadista de uniforme se inspiró para
crear nada menos que la Bandera
nacional. Sobre el cielo del villorrio, a las 6 y media de la tarde, las manos
de la principal autoridad política, el oidor del Cabildo de Santa Fe, Cosme Maciel (circunstancialmente en el
lugar), izaron el virgen paño de la nuestra Bandera, blanco y celeste.
Fue la primera vez que nuestra enseña besó el cielo de la Patria.
Acto seguido Belgrano arengó a sus hombres con estos términos
que guardan vigencia:
“Juremos vencer a los enemigos interiores y
exteriores, y la América
del Sur será el templo de la
Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis decid
conmigo: ¡Viva la Patria !”. Las voces rosarinas acompañaron
espontáneamente esas solemnes palabras.
El pueblo de Rosario no fue un espectador, sino partícipe
decidido de aquel acto que, con los años, se agigantaría en nuestra memoria. Desde
entonces siempre mostró su vocación protagónica; la Historia es testigo.
Hoy Rosario celebra un nuevo aniversario de
aquella tarde memorable. Nuestra ciudad se refleja en la Bandera nacional; la honra
en el Monumento erigido en sus barrancas; pero también luce en el trabajo
silencioso, productivo, tenaz, de todos sus hijos; los de ayer, los de hoy, los
del mañana.
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