Una moda que vuelve
La difusión de los tatoos entre la juventud rosarina,
de todos los sexos, es un verdadero boom.
Pareciera ser “lo más” en una sociedad masificada que
buscar afirmar la originalidad de sus individuos aún a costa de incorporar
tinturas dérmicas que tuneen los cuerpos.
En este contexto, no hay nada nuevo bajo el Sol. Como
prueba basta ver esta foto tomada en marzo de 19120 en el
que un joven luce su cuerpo ilustrado.
A eso suma un tupido bigote, de los que también se observan muchos en la actualidad, claro está que en gentiles caballeros ¿Damas?, por favor abstenerse.
Eso sí, la raya al medio de la engominada cabellera, parace ser una tendencia que aún no llega a nuestras calles.
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