El TC y las tres "Vueltas de
Rosario"
El domingo 5 de marzo la más popular de las categorías del automovilismo, el Turismo de carretera, volverá oficialmente a la ciudad de Rosario donde se disputará una nueva fecha
del calendario 2019.
El Benz que llevó al triunfo Pinea en 1913
Por Miguel Carrillo Bascary
Para la inmensa mayoría de los rosarinos
será la primera vez que verán correr a una de las categorías más antiguas del automovilismo
mundial, solo superada por los coches de Indianápolis.
Sin embargo, como algunos cronistas han
hecho constar, en 1967 hubo una carrera que se denominó “Vuelta de Rosario” (el
número 442 de la historia de la categoría), allí la tragedia enlutó al deporte, con un gravoso saldo de muertos y heridos. Se denominaban "vuelta" a las carreras que tenían a una localidad como punto de partida y de llegada, generalmente la que correspondía a la entidad organizadora.
Por aquél entonces el TC se disputaba por rutas abiertas, de tierra, ripio y sobre algunos tramos de asfalto, básicamente se utilizaban tramos rectos, con
escasísimas medidas de seguridad, siendo muy primitivas las que se adoptaban. Los
coches eran antiquísimos chasis Ford y Chevrolet de mediados de los años 40 y
50; equipados con frenos a tambor, las famosas “cupecitas” que por arte y técnica
de los preparadores superaban los 250 km. en carrera lanzada. En ese 1967
habían hecho su aparición los Torino, con un protagonismo que revolucionó
literalmente al automovilismo argentino.
La carrera en Rosario se disputó el 15
de mayo de 1967, bajo una intensa lluvia. Durante su transcurso los coches de
Carlos Menditeguy (cupecita Ford) y de “Rospide” (Marcelo Ocampo) que manejaba un Torino 380 se rozaron al
aproximarse al puesto de control, provocando el despiste de este último. El
coche descontrolado arrolló al palco ubicado en el lugar con el luctuoso saldo
de 3 fallecidos y 9 heridos.
La "Bonba" con se llamaba al conducido por Bonanno
La carrera se suspendió inmediatamente,
cuando marchaba en punta el piloto Ricardo Bonanno, nacido en Rosario, que
conducía un híbrido de chasis Chevrolet equipado con un poderoso motor F-100.
Fue su única victoria en la máxima categoría nacional. El promedio que registró,
pese a las condiciones lluviosas, fue realmente espeluznante, 201,605 Km/h.
Sin embargo, no fue la única “Vuelta de
Rosario” para el Turismo de Carretera; quién esto escribe fue durante cuatro
años miembro del recordado equipo periodístico de “Ruta Libre”, que era
conducido por Orlando Román Bueno; y en el que se sumaban su hermano “El Preso” Bueno; Oscar
Brisaboa; Alberto Vega; Ruben Pistachia; en el que habían participado
periodistas de la talla de Carlos Caronni y Oscar Otranto, entre otros. En la
locución participaba Carlos Turdo y ocasionalmente Orselli, Angelita Moreno y el
citado Pisctachia. Vaya para todos muchos de ellos un cálido recuerdo y un gran
abrazo para los que todavía nos acompañan.
Personalmente tenía a cargo el registro histórico
y estadístico, por lo que al leer algunas notas que anticipaban la próxima
carrera en donde se alude a la Vuelta de 1967, no pude dejar de notar que se
omitía una carrera que con toda propiedad debe denominarse “Primera Vuelta de
Rosario” para el TC. Fue la competencia Nº276 de la historia oficial de la
categoría y se disputó el 5 de agosto de 1962. El triunfador fue nada menos que
el ídolo de multitudes, el “Aguilucho” Oscar Alfredo Gálvez, a bordo de su cupé
Ford V8, quién registró un promedio de 174,855 km/h. Uno de los tantos triunfos del múltiple campeón.
Oscar Gálvez, rumbo a un nuevo triunfo
Algunas crónicas han señalado también que la historia del automovilismo
argentino cuenta a Rosario como hito de numerosas carreras; destacando que durante muchos años
la ciudad fue cabecera de etapa para los Grandes Premios del TC y de otras categorías.
Pero hoy quisiera hacer mención a un evento que tuvo lugar el 9 de noviembre de
1913, sobre una distancia de 443 Kms. la que merece ser llamada la “Primera
Vuelta de Rosario”, por tener punto de largada y de llegada en la ciudad. La
ruta hilvanaba las localidades de Roldán; Casilda; Chabás; India Muerta; Firmat;
Arequito; Carreras y Cañada de Gómez; cuyas poblaciones se posicionaban a la
vera de los caminos para ver pasar a los competidores. A lo largo del desarrollo los competidores debieron superar numerosos pantanos generados por las lluvias de los días previos.
Los participantes utilizaban máquinas
muy variadas, por lo que la clasificación se ordenó en diversas categorías. La
que debía agrupar coches de menos de 3.000 cc. de cilindrada solo se anotó un
Imperia (belga); en la de menos de 4.500 cc. hubo siete inscriptos (un Buick;
un Peugeot, un Panhard Levassor; un Picard-Pictet (Pic-Pic) suizo; un Daimler y
un Benz. En la tercera, donde se admitió cualquier tipo de vehículos, se inscribieron dos coches norteamericanos. un Oakland y un Case; a los que se sumaron el francés Cottin y un
Fiat.
Fue ganador Defendente Pinea, acompañado
por Alberto Corbani y Pinoto Marchesotti, conduciendo su doble faetón Benz de
30 caballos.
Por su triunfo Pinea se adjudicó la portada de la
revista que editaba el Automóvil Club Argentino
Pinea superó al Pic-Pic a la altura de
Cañada de Gómez y arribó ganador a Rosario con una ventaja de 12 minutos.
Tercero fue W. S. Hunter, con el Case. En cuarto lugar, llegó el Buick de
Johnason Martin, quien con el tiempo sería el primer automovilista que pudo
cruzar la cordillera de los Andes rumbo a Chile.
Pero a esta altura del relato quizás
falte explicar el título de esta entrada: Pinea era un chofer profesional, lo que implicaba que, hasta la
recordada carrera de Rosario, usó al Benz ganador como ¡coche de alquiler! Para prepararlo adecuadamente su dueño le recortó la parte trasera y la sustituyó por una plataforma que le permitió llevar varios neumáticos de repuesto.
Aquellos eran tiempos heroicos, donde hasta un taxi podía ganar en las más jerarquizadas carreras argentinas.
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