Ante las PASO, las Generales y otras más
Por Miguel Carrillo Bascary
Los santafesinos votamos hoy en las PASO; próximamente
lo haremos en las Elecciones Generales para autoridades provinciales,
municipales y comunales, a lo que se sumará una consulta popular no vinculante sobre
la reforma a la Constitución de Santa Fe. Más tarde será el turno de los
comicios nacionales.
Inevitablemente las pujas políticas girar en torno de
los resultados que indiquen las urnas.
Durante muchos años los argentinos vimos cómo se
amañaron esos resultados. Basta recordar que por muchas décadas el voto careció
de las mínimas garantías para poder emitirlo sin coacciones; en otras el fraude
fue literalmente escandaloso, como que hasta se lo llegó a calificar de “patriótico”.
Pero no hace falta remontarnos demasiado en el tiempo, quizás valga como
ejemplo que en la vida de quien esto escribe, hubo una elección a gobernador de
Santa Fe cuyo resultado debió esperarse por ¡MAS DE UN MES!
No olvidemos tampoco que varios autoritarismos
pretendieron incidir de mil modos en los guarismos finales; y que, por muchos
años las urnas estuvieron “bien guardadas”, como llegó a decirse durante un
gobierno de facto.
Aunque mucho nos duela, sabemos que la
Humanidad no ha podido elaborar un mejor sistema de gobierno que la democracia,
cuyos defectos resultan demasiado evidentes.
En estos tiempos electorales los
argentinos haremos bien en tener presente que esta democracia que
protagonizamos es un anhelo ferviente de millones de seres humanos oprimidos
por fuerzas de todos los colores.
En cada voto a conciencia hay puesta una esperanza de un futuro mejor. En cada voto emitido con el solo fin de "cumplir" anida el fantasma del autoritarismo.
En el atardecer de los comicios de hoy y en todos
aquellos que nos restan hasta culminar el “año electoral”, más allá de quiénes
resulten investidos del poder público, convendrá tener presente una frase que, según
ha quedado registro en la Historia, fue común escuchar hace algunas décadas, cuando se aguardaban los primeros cómputos y la sumatoria se iba escribiendo con tiza en enormes pizarrones.
Esa frase, ese enorme enunciado, era ...
¡HA GANADO LA DEMOCRACIA!
Ni más, ni
menos. ¡Cuánta verdad! ¡Cuánta responsabilidad!
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