Una
apelación a la sensibilidad de la población
MCB
En tiempos de calor brutal como el que
estamos pasando, no podemos dejar de recordar lo que debió servir hace unos,
digamos, 80 años, cuando no teníamos tanto confort.
Es cierto que los techos altos; las
claraboyas; los patios, los textiles de fibras naturales y la mayor cantidad de
árboles en las calles ayudaban, pero es igualmente cierto que se viajaba
apeñuscados en tranvías (hoy tenemos buses con aire acondicionado); la gente
anda “más destapada” por las calles; la heladera eléctrica no falta en ninguna
casa; los espacios refrigerados se expanden cada año (pese al precio de la
luz); el agua llega a muchas más personas que antes y así podríamos seguir un largo
rato.
Como muestra de que la preocupación ecológica no es nueva y
como evidencia de que el género humano siempre piensa que está descubriendo
cosas, cuando ya muchas lo fueron por sus padres o abuelos, vale la imagen que
encabeza esta entrada.
La foto fue publicada hace unos meses
por el Archivo General de la Nación
y hace constar que ya existía la preocupación por no desperdiciar el agua. Un
detalle, se destacaba que en Bs. Aires había 4.000.000 de canillas. ¿Habrá alguien que nos diga cuantas hay
ahora?
Lo dramático es que seguimos desperdiciando agua de mil
maneras, por muchos millones más de canillas que en 1933, año del que data la
imagen en un espacio pagado por Obras Sanitarias de la Nación.
Es indudable, el hombre es el único
ser que tropieza dos y más veces, con la misma piedra.
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