Dos rosarinos protagonistas del Mayo de 1810

Dos rosarinos protagonistas del Mayo de 1810

Por Miguel Carrillo Bascary


Invitaciones cursadas para integrar el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810

El Cabildo reunido el 22 de mayo de 1810, implicó la deposición del Virrey e inició un breve proceso que desembocó en la formación del primer gobierno patrio, que los argentinos llamamos la “Primera Junta”.

En esas históricas jornada Rosario era un pequeño poblado de poco más de seiscientos habitantes. Pese a su modestia, en las actas capitulares quedó registro de la participación de dos rosarinos, uno de ellos nativo, Vicente Anastasio Echevarría y otro por adopción, el presbítero Pascual Silva Braga. tuvieron un descollante compromiso con la historia local.



Echevarría nació el 22 de enero de 1768 en el seno de una familia de Rosario, cuenta la tradición que su hermana María Catalina fue quién cosió la primera bandera, que se izó el 27 de febrero de 1812. Echevarría se educó en el Colegio San Carlos de Bs. Aires, donde conoció a Belgrano. Se graduó de abogado en la Universidad de Charcas, un logro inusual para la rural población que hoy conocemos con el nombre de Rosario. Ya en 1810 era abogado de la Real Audiencia de Bs. Aires, prestigioso tribunal que poco más tarde pasó a integrar.

En las acciones de armas de la época se registra su digna actuación en las Invasiones Inglesas, pero donde descolló fue como armador de la corbeta Halcón puesta al mando de Hipólito Bouchard, con ella y más tarde con la fragata “La Argentina”, el corsario circunnavegó el mundo atacando buques y posesiones españolas, entre las que se cuenta la toma de Monterrey (hoy ciudad de los Estados Unidos). Muchos otros proyectos y realizaciones destacan a Echevarría como un inquieto emprendedor.

Antepuso su espíritu de servicio a la Patria naciente a sus legítimas expectativas de lucro, por lo que su considerable fortuna quedó muy disminuida. Fue reiteradamente designado como diplomático en representación de los gobiernos patrios. Entre sus misiones se cuenta la encaminada al Paraguay y el haber aceptado la capitulación realista del puerto de Montevideo, su momento de mayor gloria personal; por este motivo se lo representa con las llaves de la fortaleza en sus manos.

Cuando Rosas llegó al poder, Echevarría prefirió retirarse de la vida pública. Murió en Buenos Aires el 20 de agosto de 1857. En 1928 sus restos fueron trasladados en una pequeña urna de mármol que se depositó en un muro de la iglesia Catedral de Rosario. La ocasión fue un acontecimiento popular; hoy lo recuerda una hermosa placa de bronce con forma de una vela latina, que remite a su condición de armador marítimo.

Una escuela y un pasaje con su nombre testimonian su vida en la realidad local, mientras que una reciente biografía, obra del profesor Ernesto Del Gesso actualizó el protagonismo de Echevarría como paradigma del patriótico emprendedor.

La personalidad y acción del presbítero Pascual Silva Braga marcó toda una época en la historia de la hoy ciudad de Rosario y posibilitó el primer reconocimiento que mereció, el de "ilustre y fiel villa".


Silva Braga nació en Santa Fe en 1777. A los 23 años se doctoró en la Universidad de Córdoba y fue ordenado como sacerdote en 1807. Su preparación le valió la importante cátedra de Latin, lo que dice del predicamento que alcanzaba en aquella sociedad sacudida por una inédita efervescencia política.

Tempranamente se destacó por su posición revolucionaria. Participó del Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, donde votó por la separación del Virrey Cisneros y luego por la instalación de la Primera Junta de Gobierno. Clara demostración de su pensamiento patriótico y de su identificación con los intereses populares.

En 1813 fue designado capellán del Regimiento de Artillería de la Patria y el 9 de abril de 1816 fue confirmado como titular del curato rosarino. Durante su ministerio sacerdotal se consustanció con las necesidades de su grey, comprometiéndose plenamente con ella.

Sobre él recayó un protagonismo señalado como primer vocero de un pueblo que pugnaba por manifestarse. En 1823, una histórica reunión popular comisionó a Silva Braga ante la Legislatura provincial para intentar que Rosario fuera reconocida como ciudad, con esto se transformó en el primer representante electo por votación del pueblo de Rosario.

Obtuvo también que se reconociera como patrona a Nuestra Señora del Rosario, cuya imagen se veneraba desde 1773 en la humilde capilla que dio origen al poblado. Durante su ministerio Silva Braga fue maestro en la escuelita aledaña a la parroquia. El extenso período de tiempo que le tocó prestar asistencia espiritual en Rosario fue signado por traumáticas luchas.

Silva Braga falleció en Rosario, el 16 de mayo de 1828, a los 61 años de edad, rodeado del cariño de todos los rosarinos. Hoy lo recuerda el pasaje peatonal que transcurre entre las calles Santa Fe y Córdoba. No se conoce ninguna imagen de su persona.


Nota: La participación de ambos próceres se comprueba en el texto del acta del histórico Cabildo Abierto (https://es.wikisource.org/wiki/Actas_capitulares:_06)

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