El “Día
de la Bicicleta y la ciudad de Rosario
Por Miguel
Carrillo Bascary
En diversas partes del mundo hoy se celebra
como una fiesta vinculada a la vida sana; al deporte; a la ecología. Nada más
lejano a la realidad de sus orígenes.
¿Cómo nació el día de la bicicleta?
El evento nació el 19 de abril de
1985, en recuerdo del día en que el químico suizo Alfred Hoffman, contratado entonces por el laboratorio Sandoz,
realizó en su propio cuerpo el experimento de inyectarse una droga que había
descubierto accidentalmente se tratada de la dietilamida de ácido lisérgico (LSD), el poderoso
sicotrópico que se convirtió en práctica y símbolo de la generación hippie.
Luego de hacerlo Hoffman comenzó a
sufrir las clásicas alucinaciones de la droga por lo que pidió a su ayudante
que lo ayudara a volver a su casa, cosa que hicieron en bicicleta. El viaje
alucinado de Hofman se transformó en una pesadilla. Al día siguiente, cuando se
comenzó a recuperar, sus sentidos estaban tan sensibilizados que percibió la
realidad con caracteres tan vívidos como nunca lo había imaginado. El
científico solía recordar la experiencia como “el día de la bicicleta”.
Años más tarde, en la localidad de Dekalb,
Thomas Roberts, profesor de la Universidad del Norte de Illinois tuvo la
ocurrencia de festejar “Día de la
Bicicleta”; sus estudiantes vía internet lo difundieron por internet y hoy
impensadamente alcanzó difusión mundial,
pero con un sentido totalmente diferente de aquél acontecimiento que relatamos.
Paradojas de la Historia que hoy sirve
para destacar las bondades de este vehículo.
Historia de la bici
Hay referencias de un lejano
antecedente ya en el Antiguo Egipto.
Leonardo Da Vinci también diseñó
otro antecesor de la bici. Fue en 1820 cuando se divulgó la invención de la draisiana, una suerte de monopatín con
asiento realizada por el nombre alemán Karl Drais; sin embargo, hubo otros inventores que por aquellos tiempos
hicieron lo propio como el escoses Kirk Patrick McMillan (1839) que le agregó pedales. Pero a quien se considera “padre
de la bici” es a otro escoses, el herrero Gavin
Dalzell (1847) que concibió la máquina que hoy conocemos como velocípedo.
La siguiente evolución técnica ocurrió
en 1845 cuando otro escocés Robert
William Thomson le adaptó el neumático que hizo más confortable la marcha;
pero no fue sino hasta 1888 que el irlandés Dunlop introdujo los neumáticos a gran escala.
Poco antes, en 1885 el industrial
inglés John Kemp Starley creó lo que
se conoció como la “bicicleta de
seguridad”, caracterizada por el uso de frenos y transmisión a cadena, con
lo que se conformaron las típicas características del vehículo
La bicicleta en Rosario
Es factible que las primeras
bicicletas hayan rodado por las callares de la ciudad a fines del siglo XIX. Por entonces se la considera un curioso juguete de las clases acomodadas
pues eran importadas desde Europa y tenían un alto precio. De aquél entonces
nos viene la bicicleta como emblema cultural de la sofisticación.
Con el tiempo la bicicleta se difundió
extraordinaria y fue adoptado por la
clase obrera, ya que su bajo costo permitía ahorrar en el transporte al
trabajo. Verdaderas nubes de ciclistas ocupaban las calzadas en las primeras
horas de la mañana y al atardecer, cuando terminaba la jornada laboral.
En los años 20, la multiplicación del
vehículo permitió que en cada casa hubiera varios, Fue así que numerosísimos niños la utilizaban para ir y
venir a la escuela. Se transformó así en un verdadero signo de emancipación
de autonomía de los niños (y niñas) en conjunto con el “recibir las llaves de
la casa”.
La reglamentación del tránsito hizo que, como no, las bicicletas
debieran ser patentadas para poder circular. Fue a mediados de la década de
1950 cuando en Rosario se dio un hecho singular.
Por entonces la firma comercial propiedad
de Rodolfo de Dominicis, con asiento
en la equina de calle Corrientes y Catamarca propuso a la intendencia local
hacerse cargo de las placas de nomenclatura de las calles a instalar en cada
esquina, a cambio de que la Municipalidad suprimiera el tributo a todas las
bicicletas. Al municipio le interesó la idea ya que era muy poco práctico
controlar y recaudar la patente que pagaban estos vehículos, en esta decisión
también pesó el entender que la medida sería bien recibida por los usuarios y
la opinión pública.
La firma obtuvo así una herramienta de marketing novedosa, ya
que, en cada placa enlozada, con el nombre de una calle figuró la designación
de la empresa. Paralelamente, al suprimirse el canon la venta de estos vehículos aumentó significativamente y con ello
el lucro del ramo.
La última presencia comercial de Dominicis,
aunque ya no era de esa familia, fue la galería de su nombre ubicada en de Sarmiento
1074, inaugurada en 1953 y desaparecida en el año 2015; sin embargo, la clásica
construcción de Corrientes y Catamarca continúa siendo un ícono rosarino.
La motorización de la sociedad y la
implementación de las líneas de colectivos en las décadas de 1960 y 1970 generó
una nueva funcionalidad para el transporte cotidiano y la bicicleta fue siendo
abandonada poco a poco. El auge del tránsito automotor hizo que muchos la
dejaran como medida de seguridad.
Aun así, el gran sueño de los niños
fue recibir una bicicleta de regalo; ya en carácter de juguete caro y no como
medio de locomoción cotidiano, dotado del mismo potencial por el que lo eligieron
tantas décadas atrás.
No fue sino en fecha reciente que se
produjo la valorización de la bicicleta traspasó todas las ocupaciones y clases
sociales. La decisión de la
Municipalidad de impulsarla, principalmente a través del sistema de
bicicletas públicas ha otorgado a Rosario una característica especial, acorde a
los nuevos y ecológicos tiempos que corren.
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