Una visita al Mirador del Monumento a la Bandera
Por Miguel Carrillo Bascary
En
este verano 2018 el Monumento se abre a visitas
los días 19; 20; 26 y 27 de enero (de 19 a 22 hs.) que permitirán apreciar el espectacular panorama de la Rosario
nocturna. Este programa comenzó a realizarse en el año 2012, como parte de
la programación por el bicentenario de la creación de nuestra Bandera.
Primera etapa
Los
visitantes que lleguen al Atrio, ubicado sobre el Patio Cívico, en la base de
la Torre, entrarán por la puerta presidida por el bajo relieve “La Gloria”, obra del artista Alfredo Bigatti.
Ingresarán
así a la Cripta, un ámbito concebido
para rendir homenaje al general Belgrano. Al comenzar a construirse el
Monumento se pensó destinar este recinto para una capilla, que contendría los
restos mortales del prócer; el proyecto se descartó como muestra de respeto a
su última voluntad que expresó su deseo de descansar en su ciudad natal, Buenos
Aires.
En
el acceso se encuentra la piedra
fundamental del Monumento que se colocó el 9 de julio de 1899 y una gran
placa que recuerda la visita del papa san
Juan Pablo II; quién en el 2012 celebró una multitudinaria misa en el
parque nacional a la Bandera.
Ya
en el recinto se encuentra el bronce del
general Belgrano, a quien se ve en una actitud reflexiva, sosteniendo un
libro en sus manos, ataviado con traje civil y botas militares, lo que expresa
su doble condición de estadista y hombre de armas; es obra de José Fioravanti.
Frente
a ella hay una maciza Cruz de mármol
nos recuerda la inconmovible fe del prócer que lo sostuvo a lo largo de toda su
vida. El efecto lumínico de una
bandera nacional que se extiende por toda la bóveda vincula a la Cruz con la
escultura.
Ingresando
por una puerta hacia la izquierda se
asciende por una escalera hasta tomar el ascensor que lleva al Mirador.
Un poco de historia
Cuando
los arquitectos Ángel Guido y Alejandro Bustillo concibieron el
proyecto de Monumento lejos estaban de pensar que tendría un mirador con acceso
público. Ellos plantearon un espacio que contendría una urna, donde se
depositaría alguna de las banderas históricas datada en los tiempos de la lucha
por la independencia.
El
característico lucernario que corona
la Torre se descompone en cuatro estrellas de ocho puntas, un emblema que Guido usaba como firma y
que como tal aparece en la mayoría de sus obras. Originalmente se previó que el
lucernario actuara como un faro cuyo
haz de luz fuera visible desde el “Campo de la Gloria” en San Lorenzo, lugar
del épico triunfo de San Martín en el combate librado el 3 de febrero de 1813.
Por razones de costo el proyecto se reformó y fue entonces que se dispuso
habilitar los cuatro balcones que forman el actual Mirador.
El Mirador es una de las atracciones
preferidas de quienes visitan el
Monumento. A lo largo de los años ha servido como parte de diversos decorados y
actividades. En ocasiones han colgado desde allí grandes banderolas con los
colores patrios y, más recientemente, sirve de escenario para los arriesgados descensos en rápel que realizan algunos
expertos portando en sus manos una bandera nacional.
Cuando se inauguró el Monumento, el 20 de junio de 1957, desde los balcones del
Mirador se lanzaron miles de flores que cayeron sobre la bandera argentina que se
llevaba extendida para izarla por primera vez en el Mástil Mayor.
Durante
la construcción el espacio que hoy ocupa el ascensor estaba asignado a un montacargas
que permitía subir los materiales. Posteriormente se pensó instalar dos ascensores,
pero finalmente se optó por colocar uno de mayores dimensiones (capacidad: unas
quince personas); hace algunos años se lo dotó de aire acondicionado. Una escalera interna de servicio vincula la
base de la Torre con el Mirador.
Descripción y vistas
El
Mirador consta de una galería que permite
acceder a los balcones que se abren hacia los cuatro puntos cardinales. Por
arriba de la misma existe un espacio destinado al motor del elevador. Una
puerta trampa permite llegar al solado superior, el punto más alto del Monumento (aproximadamente a unos 70 metros , según el lugar de medición). Allí se
encuentra una luminaria roja que en la década de 1950 señalizaba la Torre a los
aviones; por entonces también existía una baliza intermitente que invitaba a las
naves a emitir un toque de sirena en homenaje a la Bandera nacional.
Al
salir del ascensor los visitantes encuentran el balcón Oeste, desde donde se visualiza el Patio Cívico; el
Propileo; la iglesia Catedral (dotada de nueva y agradable iluminación); la
parte trasera del Palacio Municipal; la plaza “25 de Mayo” y el micro centro de
la ciudad.
Una
vez que se visita ese lugar la
circulación se ordena hacia la izquierda; se llegará así al balcón Norte. Desde allí se apreciará
el cenotafio a los héroes de Malvinas y algunos de los galpones de cuando este
sector del puerto era operativo; hoy dedicados a fines culturales. Observamos
también la extensa avenida Costanera; el
río Paraná y el puente que une Rosario con Victoria. Si se prolonga la
vista se advertirá una fina e irregular sucesión de luces que proyectan los
vehículos que transitan la ruta que lleva a la vecina ciudad entrerriana. En
noches claras, muy a lo lejos, reverbera la luminosidad que proyecta esta
población. Por detrás del puente se verán las luces de la ciudad de San Lorenzo.
Desde
el balcón que mira al Este se
observará el gran ancho que alcanza el río Paraná en el sector; destaca también
el Mástil Mayor; el paseo “Batería Libertad” y la Estación Fluvial, desde donde
parten lanchas hacia los balnearios en las islas. Es el mejor lugar para
apreciar el extendido delta.
El
balcón que se abre al Sur ofrece un
panorama del alto desarrollo edilicio extendido sobre la primitiva barranca
fluvial, hoy “barrio Martin”, entre estos edificios destaca la torre
“Aqualina”, una de las más altas de la ciudad (127 metros y 40 pisos de
departamentos, habilitada en 2009). En el sector más inmediato se encuentra la "plaza de la Coronación", donde tradicionalmente se realizan concentraciones
religiosas. Hacia el río está el señorial edificio del Canal 5, la primera
televisora de la ciudad, habilitada en 1964.
De
esta manera se llega al final del
recorrido y los visitantes podrán aguardar la llegada el ascensor para concretar
el descenso; ya en la base, el desplazamiento se concreta hacia la izquierda
para salir de la Cripta hacia el Patio Cívico.
En definitiva una experiencia inolvidable, recomendada
tanto para los turistas como a los rosarinos.
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