El rescate de prendas empeñadas

Una miserias que conmueve el alma

Diario "La Capital", Rosario, junio de 1957


Por Miguel Carrillo Bascary

A fines del siglo XIX Rosario era una ciudad en explosivo desarrollo. Grandes fortunas se amasaban en poco tiempo, muchas veces a costa de la miseria de miles, entre los que se contaban inmigrantes que no había tenido posibilidad de progresar. Los conventillos eran una cruel realidad. Los desempleados se usaban como argumento para que los capitalistas no concedieran beneficios a sus obreros. 

La salud pública era apenas una aspiración, al par que las condiciones de hacinamiento; inadecuada alimentación; falta de servicios públicos y de asistencia social configuraban una situación que hoy sería considerada inhumana.

Solo algunas entidades privadas intentaban paliar lo expuesto; entre las que se contaban la Sociedad de Beneficencia (fundada en 1854); la Sociedad de Misericordia; las parroquias y movimientos religiosos; algunas sociedades de socorros mutuos; a las que tibiamente se sumaba la Municipalidad; poco más.

En este lúgubre panorama la usura contaba con una vigencia “promisoria” a despecho de la explotación de los necesitados. Ante una necesidad circunstancial el usurero era la única posibilidad de financiación. Después … había que ver cómo se podía llegar a pagar.

Como una  respuesta a esta dura realidad, en 1896 la Municipalidad local dispuso crear el "Banco Municipal de Prestamos y Caja de Ahorros” un banco de empeños como una forma de compartir la usura. Inició sus actividades en la calle San Juan 755- 763; poco más tarde, en 1909 inauguró su sede histórica, en Sarmiento 1350, donde funcionó hasta que en 1980 se trasladó hasta su sede en San Martín, en el local lindero donde hoy se encentra desde 1986. Fue en 1940 cuando su primitivo nombre muto por el actual.

Esta brevísima reseña abarca una trayectoria que en gran medida hizo honor al loable propósito de su fundación. Desde sus inicios el Banco actuó como una entidad pignoraticia, donde quien necesitaba un dinero podría empeñar (pignorar, es el el verbo exacto) alguna pertenencia. De esta manera la entidad ofrecía: una tasación justa y un plazo de recupero razonable a una tasa muy inferior a otras de plaza, por supuesto, a la demandada arbitrariamente por los usureros.

Los bienes que los necesitados entregaban se guardaban por el lapso fijado y aquellos que no eran rescatados se vendían en pública subasta periódicamente. Casi todo se aceptaba: modestas joyas; instrumentos de trabajo; elementos de uso doméstico; máquinas de coser; recuerdos familiares; sombreros; prendas de vestir; medallas; obras de arte; etc.; etc.

No vaya a pensarse que solo acudían al banco miembros de la clase trabajadora; también era común que lo hiciera la clase media y hasta algunos adinerados, acuciados por un escubirto u otra cuestión circunstancial. 

En el verano era común que se empeñaran tapados y sobretodos, por lo que al llegar los primeros fríos era dramático ver que algunos intentaban recuperarlos para cubrirse durante el invierno. No tengo el dato preciso pero esta modalidad operatoria se mantuvo hasta hace cosa de cuarenta años años, aunque el avance de la inflación determinó que ya solo se aceptaran objetos de metales preciosos.

Sensibilizados con la necesidad de la gente se hizo relativamente común que alguna empresa y hasta personas benefactoras rescataran estos elementos de abrigo en favor de los necesitados. De esto da cuenta el recorte que encabeza esta entrada, tomado del diario “La Capital” de 1957.

Una noticia que encubre las dramáticas necesidades de los rosarinos.

En el epígrafe de la foto puede leerse:

“La empresa Geniol ha dispuesto rescatar las ropas de abrigo con fecha de remate hasta el 31 del corriente en el Bco. Municipal de Rosario y en las instituciones de crédito similares en las ciudades de Córdoba, Bs. Aires, Tucumán; Mendoza y Salta, respectivamente”

Por favor, ¡observar la gran cantidad de personas que esperan ser atendidas para el rescate de sus prendas!



PS: en nuestra Fanpage recibimos un interesante aporte de José Saturnino Fleire que reproducimos:


"En el Rosario existen por desgracia numerosas casas encubiertas bajo la denominación de Monte-pío, y que no son otra cosa que centros de usura donde no sólo se explota al necesitado que va allí aguijoneado por la necesidad de empeñar una prenda u objeto más caro para satisfacer los apremios del hambre, sino que también se da guarida segura a los artículos robados, por cuanto negociantes sin escrúpulos los reciben sin beneficio de investigación, ignorándose procedencia, propiedad y demás condiciones necesarias para garantir honestamente al empeño”, rezaba en un tramo el escrito elevado por Grandoli. Así las cosas, el hecho cierto es que en la larga sesión del 1º de febrero de 1895 el Concejo Deliberante sancionó la ordenanza “Carta Orgánica del Banco Municipal de Préstamos y Caja de Ahorros”, que constaba de 25 artículos. Sus dos principales características, Banco de préstamos (Monte-pío) y Caja de Ahorros https://www.derf.com.ar/abrio-sus-puertas-el-1-febrero-1896-n60309"


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